Entre 1917 y 1925, Alexander Rodchenko destaca dentro del constructivismo ruso, arte al servicio de la revolución bolchevique que sustituye la futilidad de la burguesa pintura de caballete por composiciones dinámicas y construcciones espaciales. La abstracción alcanza su propia forma de exhibición y concepción. La obra que colgaba de la pared se libera con Rodchenko jugando con la gravedad como cuna de sus móviles o cosmologías geométricas, suspendidas del techo. Su inquietante elevada posición dominante, les hace atractivos de querer ser acariciados desde nuestra inferioridad como observador. Resulta enigmático ver reveladas múltiples caras de la misma figura: laberintos de líneas desde nuestra perspectiva da sotto in su, o la sombra en movimiento proyectada sobre la pared. El engañoso encuentro con la obra al tacto de su sombra, nos funde en un mimetismo infinito. Un triángulo de juegos de miradas, reflejos de formas y materialidad volátil.
Texto de GUIOMAR DÍEZ.