La pasión por el teatro. Por la danza. La música. Por las actividades escénicas. Y también el amor a la cultura, a su puesta de largo, a la creatividad más allá de burocracias y de espacios encallados.
Porque el teatro se puede hacer sin bastidores, la música sin altavoces y para la danza sólo hace falta un espacio abierto. Sin techo, en lo alto de un edificio y con muchas ganas se ha presentado recientemente uno de los nuevos espacios de la cultura –con mayúsculas– en Málaga.
Se trata de La Azotea de Mármoles, que se define como «plataforma doméstica en la ciudad de Málaga para potenciar el teatro alternativo y disidente». El espacio, ubicado en calle Lanuza (Distrito Bailén-Miraflores), tiene como culpable al malagueño Cristian Alcaraz, que se ve respaldado también por el buen hacer de algunos actores principales del escenario ¿alternativo? cultural malagueño como Alberto Cortés (Villa Puchero Factory), Violeta Niebla o el equipo que forma el multidisciplinar colectivo Cienfuegos.
El espacio está abierto a una nueva dramaturgia, a entender la representación de otra manera, a dejar de lado viejos caminos y adentrarse en nuevos recorridos. Y todo en una azotea, más cerca de las estrellas y rodeado de un grupo de aficionados (nunca más de 50) que disfruta muy de cerca de propuestas arriesgadas y necesarias. Desde la música de Gema Cuéllar, que sirvió para inaugurar este proyecto, ahora se buscan propuestas de colectivos y artistas que quieran mostrar lo que hacen. «Propuestas donde el texto no sea el eje central de la pieza: se aceptan musicales, teatro danza, textos posdramáticos, teatro físico, teatro gestual, circo, performance y cualquier hecho escénico de nueva creación», aseguran sus promotores. Hacen falta más azoteas en esta Málaga tan de cara a la galería.
Por Nacho Sánchez.