Un día de junio de 1613 el mítico teatro londinense Globe se llenaba para ver la recientemente estrenada ‘Enrique VIII’ de Shakespeare. Pero la representación no iba a llegar a su fin, una chispa producida por un cañón para efectos especiales incendiaría el teatro hasta sus cimientos. Casi 400 años después, en el pasado 2012, Enrique VIII y toda su Corte volvían al escenario del Globe pero con un ‘acento’ muy particular, era la primera vez que se interpretaba en español.
En el marco de las Olimpiadas Culturales de Londres, el teatro Globe encomendó la representación de 37 obras de Shakespeare a 37 compañías teatrales de diferentes partes del mundo. Las obras serían representadas en sus propias lenguas y, además, deberían respetar la iluminación fija y el escenario vacío característicos de esta sala. Rakatá –especializada en textos clásicos y en el Siglo de Oro español– fue la compañía encargada de representar a los hispanohablantes en estas olimpiadas. Y no sólo era la primera vez que unos actores españo-les pisaban el escenario del Globe, sino que sorprendentemente fue la primera vez que ‘Enrique VIII’ se representaba en castellano. ‘Enrique VIII’ es la última pieza histórica que escribió Shakespeare y aborda la figura del rey inglés protagonista de importantes cambios históricos que ayudaran a configurar el orden político de la Europa actual. Casado por primera vez con Catalina de Aragón, hija de los Reyes Católicos, Enrique se enamoró de la dama de honor Ana Bolena. Ante la negativa de las dos mujeres –Bolena a ser simplemente la amante del rey y de Catalina a aceptar la nulidad del matrimonio–, Enrique decide separarse de Roma e instaurar el anglicanismo. Después de Ana Bolena, a quien el rey mandará cortar la cabeza por delitos de brujería, vendrán cuatro esposas más, pero estas ya no son abordadas en esta pieza.
Aunque la obra lleva por subtítulo ‘All is true’, lo cierto es que no retrata al impiadoso rey que las leyendas describen. Y es que cuando Shakespeare escribió ‘Enrique VIII’, tan sólo hacía una década que la reina Isabel I (hija de Ana Bolena) había fallecido. Además, no parece ser una pieza en exclusiva de Shakespeare, sino que fue escrita en colaboración con John Fletcher. A esa coautoría es a lo que cierta parte de la crítica atribuye la falta de pulso dramático de la obra y las carencias de profundización en ciertos personajes, como por ejemplo ocurre con Buckingham. La versión de Ernesto Arias (director) y José Padilla (adaptador) no solo se emparenta con Catalina (Elena González) por el origen lingüístico común, sino que exalta y eleva su figura dándole el peso protagonista de la obra. La retratan como una Catalina honorable y justa que no duda en denunciar los impuestos injustos establecidos por Wolsey (Jesús Fuente), o en mantener firme hasta la tumba la fidelidad a ese esposo que la repudia. Para lograr esta adaptación, el equipo directivo ha suprimido escenas, reorganizado otras y reducido personajes –de 40 personajes originales, a 18 de la representación actual–. La crítica dramatúrgica ha alabado, en esa reorganización, la yuxtaposición de escenas como el bautismo de Isabel y la muerte de Catalina, ya que aportan mayor dramatismo a la pieza.
Fernando Gil (interpreta a Enrique VIII) ha destacado la actualidad de la obra: «Es un retrato del abuso del poder, de los tejemanejes de los poderosos para enriquecerse y controlar a la gente para ser cada vez más ricos». Pese a participar en un evento relevante como las Olimpiadas Culturales, los organizadores se sorprenden del poco apoyo público, y señalan que, para financiarse, han tenido que recurrir a otros métodos de financiación como el crowdfunding, además de los patrocinadores privados. Afortunadamente, el éxito cosechado en Londres animó a Rakatá a llevar el montaje finalmente por los escenarios españoles. Al Teatro Cervantes de Málaga llegarán los días 9 y 10 de mayo.
Por María Sánchez.