Plaza del Palacio de Bellas Artes, cúpulas degradadas supervisan la feria que tiene lugar a sus pies; padrinos arremolinados, críos lamiendo paletas de tamarindo, señoras rollizas que engullen cortezas. Y mi prima la guapa, la del pelo grueso cepillado en crenchas con su noviecito el chulo, se han hecho una foto que enquistan en un llavero. Humo frito. Metro de Hidalgo. Manoseadas en el vagón las masas de paseantes con paquetes, protegiendo de dedos ajenos sus bolsos, y una sonrisa de lata de torso desnudo que se abre hueco entre la concurrencia, extendiendo un hatillo sobre el suelo. Está lleno de cristales rotos, no tengo padres, soy pobre, pero honrado. La turista americana no entiende palabra, pero le da un vuelco el corazón cuando contempla entre cuellos tostados la espalda encuerecida que se tira al suelo y reboza su desdicha sobre los cristales; al pasar entre los viajeros pidiendo con un platillo, la extranjera le extiende una estampita con el rostro de Cristo. Amén.
Texto de ISABEL MORENO CARO.