Amélie Nothomb nos reduce a un amasijo de nervios en una tensa espera de aeropuerto. «Negra como el chocolate belga», dirían de esta historia que presenta el desabrido diálogo de dos desconocidos unidos ahora por la predestinación, mientras exploran la bajeza del ser humano, la muerte contenida en un rostro como caído del cielo. «Usted es una infección, caballero», se dicen en una conversación desesperada, que huele a «acosador patentado», que hace resucitar un terrible recuerdo. Jérome y Textor arrojan su debate a un vértigo sagrado, uno que cuestionara el carácter más templado: «Para convencer a un elegido de su misión, hay que poner a prueba sus nervios. Hay que poner de punta los nervios del otro con el fin de que reaccione de verdad, con rabia, y no con el cerebro».
Texto de MIGUEL PRADAS.