125 – La noción de ser como un perro entre los hombres: mate- Sí, mate. Toma algo de mate, my friend. No suena jazz ahora, pero como si lo hiciera. Qué fácil es todo ahora, ahora que Maravillas y Salamanca y Arias están aquí, ahora que el panasexismo se ha extinguido por siempre en nuestras vidas y que Blanes queda ya muy lejos de toda acción.
Y eso, que decimos, decimos pues, como pollos sin cabeza: Maravillas es, junto a Juan Rodolfo Salamanca y Pedro Jiménez-Arias, uno de los componentes más relevantes del conocido como movimiento literario panasexista. Básicamente, los panasexistas son considerados unos parias dentro del mundo literario, si es que alguna vez tuvieron cabida, ya que su limitación básica, la de escribir tras el acto sexual, era limitada (obviamente) a cuando éste tenía lugar. Los panasexistas aceptaron en un primer momento la masturbación como requisito básico de su doctrina literaria, pero lo abandonaron desde la proliferación masificada de nuevos componentes. Para pertenecer al movimiento panasexista, luego de pasar cinco o seis años de su creación, se debía apostar por una vida sexual normalizada.
Los primeros escritos de Maravillas -que aún no conformaban parte del movimiento- aparecieron en las revistas literarias del Madrid de los 60, especialmente, en ‘Manual Literario del Conocimiento´, ´Redes del Sur´ y el magacín literario del Café Augusto, lugar donde Maravillas, Salamanca, Jiménez-Arias y el resto de miembros del grupo se reunían con otros jóvenes literatos de la época para charlar de actualidad.
Adolfo Maravillas vio publicada su primera recopilación de escritos, influenciadas por un desenfrenado amor a la soledad y al alcohol (hecho que por otro lado le costó su única relación sentimental con una mujer trece años mayor que él) por la pequeña editorial Mares. El libro, ‘Colección pre-simbólica de la naturaleza onanista’, se mostraba próximo a lo que compondría, varios años después, el núcleo básico del movimiento panasexista.
Texto de MARTÍN MOLLOY.