A menudo he notado que cuando recomiendo este disco, amigos que creía sinceros y auténticos, poco a poco me dejan de hablar, me dan de lado y, al tiempo, no me saludan. La mayoría no tienen tiempo que dedicarle a dos músicos que se lo toman en serio. Si hablas de búsqueda emocional, de sonoridades y tensiones la gente te mira circunspecta y escupe un sonoro: «Tío, no me rayes». Ambientes mágicos creados por guitarras irreconocibles, melodías inconexas, a veces rotas y a veces infantiles. Lo que estos dos tipos han encontrado en su música sólo lo saben ellos. Pero, en serio, no lo vayas a poner con gente ni con prisas. Quien lo escuche encontrará en él su propia intimidad. Algunos, lamentablemente, no encontrarán nada. La verdad, me gustaría saber qué opina de este disco el señor Kurtz.
Texto de NACHO GUTIÉRREZ.