Comencé a escuchar a Jeff Buckley porque me lo recomendó con vehemencia una buena amiga, ya me había puesto tras la pista de los Smiths, por lo que su melomanía parecía gozar de buena salud. Jeff Buckley, californiano en el que encontraron inspiración Matthew Bellamy –el líder de Muse– y muchos otros, fue un genio iconoclasta que transportó el rock a la más deliciosa escala del arte. No supo, no quiso, hacer de la música una profesión.
Solamente editó un álbum: ‘Grace’ (1994), 58 minutos de armonía psicodélica protagonizada por la fusión de géneros; acompasados en la captividad de una voz trémula y mística, embriagadora y plena, que alcanzó en los pausados acordes de ‘Lilac Wine’, la cuarta en el listado de once tracks, el sublime tributo al poeta.
Texto de JESÚS PEÑA.