Como una voz seca, desgarradora y cruel, enmascarada con el pretexto de pertenecer a la generación perdida de Mayo del 68, surge ‘Sida mental’, apología de la violencia gratuita; novela directa, clara y exterminadora, que describe la caída vital de su personaje central –un adolescente francés de los suburbios de Lyon– hasta su inquietante y asfixiante destrucción interior, arrastrando a su paso, a todo cuanto le rodea.
Heredero directo de la obra culmen de Salinger e influido, salvando las distancias, por autores compatriotas como Houllebecq, Lionel Tran construye en su texto, que apenas roza dos centenares de páginas, la imagen de un chico exhausto de desgana, cansado de vivir, que, para librarse de ese sufrimiento, intenta destruir a fin de irradiar y expandir su dolor a otras almas perdidas y sin remedio. Recuerda Tran la relevancia de la influencia paterna, influencia que cala hondo en la descendencia, y que en su obra, de carácter autobiográfico, sube a un escalón superior debido al fracaso de una revolución cultural que no supo dar el golpe de efecto marcado por las expectativas sociales de finales de los 70.
La prosa del autor francés, equiparable en cierto modo a la de Bukowski, emana una tendencia clara a la inadaptación del personaje, quien, por otro lado, refleja una necesidad sexual insatisfecha que, unida al “sida mental” propia de su forma de ser –y de toda una generación–componen una maraña de pensamientos frustrados y deseos inalcanzables. La obra está narrada desde varias perspectivas temporales, años de su vida desordenados, que confluyen en una trama compleja y coral, articulada en la figura del joven, del niño, del adolescente, atormentado por la exclusión social y la inadaptación: “Me pregunto si sentiría algo al matar a un ser humano”, sentencia que irradia una absoluta incapacidad moral.
Texto de SERGIO SÁNCHEZ.