Excelente retrato de un paranoico, ‘Él’ es uno de los mejores films de Luis Buñuel y obra cumbre, junto a ‘Los olvidados’ y ‘Nazarín’, de su etapa mexicana. Sorprende que, pese a que han pasado ya 60 años de su estreno, se mantenga de rabiosa actualidad, tanto por su contenido (muy relacionado con la violencia de género), como por su puesta en escena. Se combinan el riguroso estudio de una mente enfermiza con un esperpéntico humor y una feroz crítica a la hipocresía de la moralidad burguesa y al papel represor de la iglesia.
La película nos narra el proceso paranoico-destructivo de Don Francisco Galván, un «perfecto caballero cristia-no», como lo define el cura, con la idea obsesiva de posesión, que aplica no sólo a sus fincas, sino también a su esposa. La película es tan completa y compleja que la utilizan, como material pedagógico, psicólogos y psiquiatras. Además de mostrar perfectamente las etapas evolutivas de la esquizofrenia (tensión, insomnio, desconcentración, sentimiento de ser perseguido, cambios bruscos de personalidad, alucinaciones, violencia, etc.), presenta también un rosario de comportamientos fetichistas y anormales: misoginia, voyeurismo, fobias, megalomanía, malos tratos, uxoricidio potencial, podofilia, etc. Pero ‘Él’, aparte de un perfecto retrato de una locura, es también el testimonio denunciante de las injusticias y vejaciones que ha tenido que sufrir la mujer dentro de una sociedad machista en connivencia con la iglesia e, incluso, con la familia. Los protagonistas (Arturo de Córdova y Delia Garcés) están soberbios. La puesta en escena es perfecta, con un inicio sin palabras, espectacular, y con un final impredecible. En resumen, uno de los mejores títulos de Buñuel, con escenas memorables que han servido luego de inspiración a clásicos como ‘Vértigo’ o ‘¿Qué fue de Baby Jane?’. De obligada visión.
Por Antonio Gómez Hueso.